No estaría mal que esa cortina nos escondiera del mundo, al menos un ratito cada día. Que fuera capa de hombre de acero, colcha de abuela, manta de niño y alfombra de juegos y, casi sin darnos cuenta, nos devolviera a la realidad que quedó atrapada en nuestra memoria nada más. Que fuera el fantasma de las navidades que siempre deberían ser. Y que nos dejara, cada día, un rato para nosotros solos. Para desmontarnos a solas con nosotros mismos.
No estaría mal que esa cortina nos escondiera del mundo, al menos un ratito cada día. Que fuera capa de hombre de acero, colcha de abuela, manta de niño y alfombra de juegos y, casi sin darnos cuenta, nos devolviera a la realidad que quedó atrapada en nuestra memoria nada más. Que fuera el fantasma de las navidades que siempre deberían ser. Y que nos dejara, cada día, un rato para nosotros solos. Para desmontarnos a solas con nosotros mismos.
ResponderEliminarEres un hombre sabio, amigo...
EliminarCuánta verdad... *
Si supone empezar de cero, reinventarse. Totalmente.
ResponderEliminarDe cero, de cero.
Eliminar